En pleno siglo XXI, las mujeres están cada vez más presentes en todos los ámbitos vinculados a la tecnología. Ya no sorprende verlas liderando proyectos de innovación, diseñando aplicaciones, programando sistemas complejos o participando activamente en debates sobre inteligencia artificial. Sin embargo, a pesar de los avances, todavía persisten importantes brechas que impiden una participación equitativa del género femenino en este ecosistema digital.
El acceso desigual a la tecnología, la falta de oportunidades de formación, la escasa representación en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), así como la violencia digital, son algunos de los obstáculos que muchas mujeres enfrentan en su camino hacia una ciudadanía digital plena. En esta nota, abordamos la importancia de la alfabetización digital, el uso seguro y responsable de la tecnología y cómo podemos avanzar hacia una inclusión real.
Tecnología y mujeres: una historia de avances desiguales
Históricamente, las mujeres han sido excluidas de los espacios tecnológicos por estereotipos de género que las relegaban a roles considerados “menos técnicos” o “menos racionales”. Aunque figuras como Ada Lovelace, la primera programadora de la historia, o Hedy Lamarr, inventora de una tecnología precursora del WiFi, marcaron hitos fundamentales, sus contribuciones fueron invisibilizadas durante años.
Hoy, esta tendencia ha comenzado a revertirse. Cada vez más mujeres se interesan por el mundo tech, no solo como usuarias, sino como creadoras, emprendedoras e investigadoras. Iniciativas globales como Girls Who Code o Technovation Challenge buscan justamente potenciar ese vínculo entre mujeres y tecnología desde edades tempranas. Sin embargo, los desafíos estructurales siguen siendo significativos.
¿Dónde están las brechas?
Según datos de ONU Mujeres y la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la brecha de género digital es un fenómeno global. Las mujeres tienen menos acceso a internet, menos posibilidades de poseer dispositivos tecnológicos y menor representación en las industrias tecnológicas, especialmente en posiciones de liderazgo.
En América Latina, esta brecha se manifiesta con claridad: muchas mujeres, especialmente en zonas rurales o en contextos de pobreza, carecen de las habilidades básicas para utilizar una computadora, navegar de forma segura en internet o incluso acceder a recursos educativos digitales. La alfabetización digital se vuelve, entonces, una herramienta esencial para la equidad.
¿Qué es la alfabetización digital y por qué es clave?
La alfabetización digital no se limita a saber usar una computadora o un teléfono inteligente. Va mucho más allá: implica comprender cómo funciona la tecnología, saber buscar información de manera crítica, crear contenido, comunicarse de forma efectiva en entornos digitales y proteger la propia seguridad en línea.
En el caso de las mujeres, la alfabetización digital adquiere un carácter urgente. No solo por el acceso al conocimiento, sino porque el entorno digital también es un espacio donde se reproducen las violencias de género. El acoso en redes sociales, el robo de identidad, la difusión no consentida de imágenes íntimas o la exclusión de espacios virtuales son formas de violencia digital que afectan de forma desproporcionada a las mujeres.
Fomentar una alfabetización digital con enfoque de género significa brindar herramientas para que las mujeres puedan apropiarse de la tecnología de forma segura, crítica y autónoma.
El rol de las mujeres en la innovación tecnológica
Aunque muchas veces invisibilizadas, las mujeres han estado y están detrás de importantes desarrollos tecnológicos. En la actualidad, muchas lideran startups tecnológicas, trabajan en proyectos de inteligencia artificial, desarrollo sostenible o inclusión financiera digital. Pero su representación sigue siendo minoritaria.
De acuerdo a la UNESCO, solo el 30% de los investigadores del mundo son mujeres, y dentro del sector tecnológico, la cifra es aún menor. En carreras como informática o ingeniería, la matrícula femenina rara vez supera el 20% en muchos países.
Para revertir esto, es fundamental que desde la infancia se rompan los estereotipos que asocian la tecnología con lo masculino. Las niñas necesitan modelos a seguir, entornos de formación inclusivos y programas que estimulen su participación en áreas tecnológicas. También es clave que las políticas públicas y las empresas del sector privado se comprometan a generar espacios más diversos y equitativos.
Tecnología con perspectiva de género
Una tecnología verdaderamente transformadora debe ser diseñada con perspectiva de género. Esto implica no solo sumar mujeres a los equipos de desarrollo, sino también tener en cuenta sus necesidades, experiencias y formas de habitar el mundo.
Por ejemplo, aplicaciones de seguridad personal para mujeres, plataformas de salud sexual y reproductiva, programas educativos diseñados para madres trabajadoras o herramientas de denuncia digital contra la violencia de género son solo algunas de las soluciones tecnológicas que pueden surgir cuando se escucha activamente a las mujeres.
El enfoque de género no es un “plus”, es una necesidad para crear tecnologías inclusivas, útiles y representativas.
Uso seguro y responsable de la tecnología
El empoderamiento digital también requiere educar sobre el uso seguro y ético de las tecnologías. En un entorno donde la sobreexposición, la desinformación y los riesgos cibernéticos están a la orden del día, aprender a proteger nuestra privacidad, establecer límites en redes sociales y reconocer los sesgos de los algoritmos se vuelve indispensable.
Para las mujeres, esto implica también crear redes de apoyo en línea, denunciar la violencia digital, aprender a blindar sus perfiles y exigir a las plataformas mejores protocolos de seguridad.
Hacia una verdadera igualdad digital
Cerrar la brecha de género en tecnología no solo es justo, sino también necesario. Numerosos estudios demuestran que los equipos diversos producen mejores resultados, que la participación femenina en la tecnología impulsa la innovación y que empoderar digitalmente a las mujeres genera impactos positivos en toda la sociedad.
Para avanzar hacia una verdadera igualdad digital, es necesario:
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Invertir en formación tecnológica para mujeres en todas las edades.
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Incluir la alfabetización digital en políticas públicas de educación y equidad de género.
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Combatir la violencia digital con legislación adecuada y protocolos eficaces.
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Visibilizar a las mujeres referentes en tecnología en los medios y en la educación.
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Promover espacios laborales y educativos más inclusivos, libres de estereotipos y discriminación.